jueves, 14 de octubre de 2010

EL CUESTIONAMIENTO DEL DISCURSO

Por: Herber MoraleS

Cuando un discurso es grabado en una cinta magnética o en una grabadora digital, al momento de reproducirlo, no repetirá nada más que lo que ya se ha preparado. Tal discurso puede no tener ninguna relación con los actos de quien lo proclama; sin embargo, podría tener un inmenso efecto sobre cualquier grupo, en cuanto a las veces que se repite.

No existe ninguna inconveniencia en el hecho de repetir varias veces el mismo discurso. La cuestión está en el mensaje al que se hace alusión, cuyo objeto es la manipulación; ante tal situación, se debe tener absoluto cuidado al momento de tener el papel de receptor.

Muchas personas, (principalmente los políticos), actúan como una cinta que sólo guarda un discurso que flota en el universo de la apariencia, encubriendo a través de las formas, lo que en su interior es absolutamente degradante. Sus actitudes son incompatibles con lo que fingen ser. Adornan sus mentiras, de esa manera van moldeando a todo aquel que es incapaz de someter en cuestionamiento lo que se le plantea.

Lo correcto es retener un discurso y no debe ser digerido sin antes someterlo en un proceso de cuestionamiento crítico racional; valiéndose de los elementos concretos de la realidad, y de la capacidad intelectual de discernir la mentira de la verdad; según el conocimiento adquirido.

Aquí hago énfasis en el conocimiento, en la capacidad intelectual de criticar, haciendo uso de la razón. ¿Por qué el conocimiento? Es un elemento básico para poner en discusión cualquier tema, pues se tiene fundamentos para poder rechazar lo que no conviene.

Para tal rechazo, influye el acto trascendental que es la crítica a través del intelecto, en donde la razón se encarga inmediatamente de ubicar cada palabra, cada expresión, según la carga intencional que contiene cada una. A partir de ese proceso, los discursos que parecen ser grabados en una cinta magnética, ya no tendrán el mismo éxito que cuando simplemente se deja penetrar tal un fuerte viento que arrasa y manipula la conciencia humana.

En la actualidad nos estamos enfrentando a infinidades de crisis, una de ellas es la crisis de la razón, y la falta de capacidad de crítica, que a mi parecer debería ser la más preocupante, puesto que el hombre se ha vuelto una máquina que se mueve por inercia satisfaciendo su necesidad de consumo impuesta por el sistema.

Esa necesidad de consumo no se restringe solamente en cosas materiales, sino se extiende, en el consumo de ideas capaces de someter al hombre y a la mujer en un estado de decadencia racional, sometiéndolos en la alienación.

Es por eso que el cuestionamiento de los discursos resulta imprescindible, por más simple que parezcan. Pero para poder hacerlo es preciso procurar que el individuo tenga los elementos necesarios, tales como ya se ha dicho, el conocimiento, la capacidad intelectual de crítica y el uso de la razón.

Por tanto. Sólo despertando la razón, liberándola de las cadenas de la manipulación, se puede encontrar en una sociedad a un ser humano capaz de decidir por sí mismo, pero por sobre todo, capaz de defender su integridad y reivindicar sus derechos inherentes para vivir dignamente.

MULTUCULTURALIDAD O INTERCULTURALIDAD

Por: Herber Morales

Guatemala es un país formado por diversas culturas, etnias e idiomas, cada comunidad tiene una particularidad de percibir el mundo, su propia cosmovisión. Estas diferencias hacen de nuestro país una sociedad multicultural, multiétnico y multilingüe.

La Constitución Política de la República de Guatemala, al ser reformada en 1985, en sus artículos 58 y 66, reconoce y promueve las diversas culturas en nuestra sociedad; luego de la firma de los acuerdos de paz, se crearon varios decretos leyes, incluso la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se enfoca en los derechos indígenas y recalca la diversidad cultural.

La importancia que se le ha dado al término multiculturalidad, ha servido como un foco que realza la distinción entre una cultura y otra; pero no se promueve la unión entre los pueblos, y esto permite que las discusiones se queden volando alrededor de la exigencia de una identidad cultural como lo más importante, y se disgregan cada vez más los pequeños grupos.

Es importante identificarse como grupo social, es parte de la vida misma, pero no es conveniente tomar esas diferencias como valor único del ser humano. La multiculturalidad actualmente, juega un papel folclórico, porque es agradable para los oídos del turista, el politólogo discute en conferencias, foros, debates, y para las ONG’s, es una buena fuente de ingreso económico.

Para que Guatemala supere los verdaderos problemas que enfrenta, es necesario que exista comunicación. Nos han inculcado una cultura de lucha de diferencias, todos nos queremos ver distintos. Y no hemos logrado otra cosa que mantener la discriminación y el racismo, cuando debería haber entendimiento, dado que por esencia tenemos la misma identidad.

Entonces, ¿Qué hacer? Es urgente promover una cultura de INTERCULTURALIDAD, es decir, la interacción entre las distintas culturas, que se promueva la comunicación social, que las actitudes y discusiones racistas se vayan disipando, sustituyendo éstas por una actitud de intercomunicación y que el interés primordial sea por sobre todas las cosas, la lucha por una vida dignamente humana.

Todo dependerá de una transición, la superación de una simple multiculturalidad estancada en el folclorismo. Aquí la educación juega un papel muy importante, es la base del cambio de una sociedad, la responsabilidad recae también sobre los intelectuales, profesionales, instituciones del estado y padres de familia a promover una cultura más abierta y de pensamientos críticos.

Necesitamos que exista intercomunicación para la toma de decisiones importantes, para la solución de verdaderos problemas del país. Para ello la interculturalidad, debe prevalecer, lo que significa, tratar de entrelazar la comunicación entre las múltiples culturas, (multiculturalidad).

martes, 20 de julio de 2010

En continuidad

Laberinto siempre ha permanecido, tan sólo te falta reconocer que está y que debes encontrarlo en tí o en mí en tanto te acercas o te alejas.